23/10/12

Canto de Primavera - Nezahualcóyotl



Xopan cuicatl
Amoxcalco
Pehua cuica,
Yeyecohua,
Quimoyahua xochitl,
On ahuia cuicatl
Icahuaca cuicatl,
Oyohualli ehuatihuitz,
Zan quinanquiliya
Toxochayacach.
Quimoyahua xochitl,
On ahuia cuicatl.
Xochitipac cuica
In yectli cocoxqui,
Ye con ya totoma
Aitec.
Zan ye connanquilia
In nepapan quechol,
In yectli quechol,
In huel ya cuica.
Amoxtlacuilotl in moyollo,
Tocuicatiaco,
In tictzotzona in mohuehueuh,
In ticuicanitl.
Xopan cala itec,
In tonteyahuiltiya.
Zan tic moyahua
In puyuma xochitl,
In cacahua xochitl.
In ticuicanitl
Xopan cala itec,
In tonteyahuiltiya
Canto de Primavera
En la casa de las pinturas
comienza a cantar,
ensaya el canto,
derrama flores,
alegra el canto.
Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oír,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.
Sobre las flores canta
el hermoso faisán,
su canto despliega
en el interior de las aguas.
A él responden
varios pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
bellamente canta.
Libro de pinturas es tu corazón
has venido a cantar,
haces resonar tus tambores,
tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
alegras a las gentes.
Tú sólo repartes
flores que embriagan
flores preciosas.
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
alegras a las gentes.

Nezahualcóyotl (1402-1472), señor de Texcoco.
Fte.: Descarga cultura (UNAM)
Lectura a cargo de: Mardonio Carballo
Estudio de grabación: Universum. Museo de las Ciencias
Dirección: Mardonio Carballo/ Sonia Ramírez
Operación y postproducción: Pablo Flores/ Sonia Ramírez
Año de grabación: 2008
Traducción de Miguel León Portilla.



15/10/12

Nosotros

Una poema zapatista leída hace tiempo por Germán y Abraham con motivo de la inauguración del auditorio de la "Escuela Autónoma Zapatista 17 de Noviembre Nuevo Amanecer de los Sueños hacia la Esperanza de los Tres Mártires", Caracol de Morelia. La poema fue grabada en 2005 por Lucio y Romina de la Red de Solidaridad con Chiapas, Bs. As,. y está incluido en el CD Para Todos Todo. De allí lo tomó Matias Sanchez y le mezcló música y sonidos.





2/10/12

Una música - Vinicius de Moraes






Una música que sea....
como los más bellos armónicos de la naturaleza.
Una música que sea como el sonido del viento en el cordaje de los navíos,
y aumente gradualmente de tono hasta alcanzar aquél que engendra una recta ascendente hacia el infinito.
Una música que comience sin comienzo y termine sin final.
Una música que sea como el sonido del viento en una enorme arpa plantada en el desierto.
Una música que sea como la nota lacerante dejada en el aire por un pájaro que muere.
Una música que sea como el sonido de las ramas altas de los grandes árboles azotados por los temporales.
Una música que sea como el punto de reunión de muchas voces en busca de una armonía nueva.
Una música que sea como el vuelo de una gaviota en una aurora de nuevos sonidos.

Vinicius de Moraes ,en Para vivir un gran amor. Primera Plana, 1968 (Original en portugués: Para viver um grande amor Rio de Janeiro: Editora do Autor, 1962)
Fte. del audio: Radioteca | audiopoema recitado por: Fernando Barrera

13/9/12

Andrés Eloy Blanco - Píntame angelitos negros



Píntame Angelitos Negros

¡Ah mundo! La negra Juana,
¡ la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí, señor.

-¡ Ay compadrito del alma,
tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le miraba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco,
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendría dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del cielo...

Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.

Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo;
que cuando pintas tus vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un angel negro.

Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero;
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Angel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles cátires,
con sus angelitos blancos,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

Si al cielo voy algún dia,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.

Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calentito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?

Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintes angelitos
acuérdate de tu pueblo,
y al lado del ángel rubio,
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

Andrés Eloy Blanco (en La Juanbimbada, 1959)

Versión del artista Usbaldo Volcán-O de Santa Lucía del Tuy, Venezuela del poema de Andrés Eloy Blanco | Producción: Radio Luciteña 95.7 FM, Venezuela | Fte. del audio: Radioteca


22/7/12

Mario H. Mora - Genealogía





Genealogía


Una raza más agresiva de monos expulsó de los árboles a otra raza más pacífica y conformista. La Tribu vencida se exilió de la arboleda y fue a instalarse en la llana tierra. Pero allí el pastizal era alto y tupido, y para verse unos a otros y para observar el peligro, los monos derrotados tuvieron que aprender a andar erguidos, sobre dos patas. Y fue así que sin proponérselo, los conquistadores de los árboles, partiendo del pariente más infeliz, inventaron al Hombre, que se vengaría conquistando al Mundo.

Mario Halley Mora, en Cuentos, microcuentos y anticuentos, Editorial El Lector, Asunción (Paraguay), 1987.

Sobre Mario H. Mora:



Fte. del audio: columna en el programa radial Sueños Posibles, conducido por Alfredo Grande en AM 690 y La Retaguardia.

9/7/12

Cintio Vitier - A la poesía



¿Vienes menos cada vez,
huyes de mí,
o es que estamos entrando en tu silencio
—el pedregal, la luz—
y ya tenemos poco que decirnos?
Pero ese poco,
¿lo diremos nunca?
pero ese poco, ¿qué es?
¿Será el alimento de los ángeles,
lo que le falta al sol,
la muerte?
No digas nada tú. Cada palabra
de tu boca es demasiado hermosa.
No puedo resistirla ya,
aunque todo mi ser quiere comerla,
y de esa hambre vivo aún. Dí
la nada que estoy acostumbrado a ver
en el pálido fulgor de la sequía,
en la brasa del deseo, allí
donde la amarga mar que adoro empieza.
Dí su mezcla con todo, en que he gozado.
La memoria
guarda trenes enteros, encendidos,
silbando por lo oscuro. No me sirven.
Mañana del ayer, una candela al mediodía
se me parece más: en ella escribo
letras para el aniversario
de mi expulsión del texto que ahora miro,
incomprensible. ¿Tú eras mi madre, entonces?
¿Tú, que ahora vienes, como el alba,
llena de lágrimas? ¡Oh materia,
templo! Haber nacido es no poder entrar en ti.
Déjame verte por el lado de la historia,
que busca también un paraíso,
pues tu nombre es justicia, noche
de aquel niño.
¿Qué está pasando ahora que los músicos
acabaron de tocar aquel danzón terrible?
Mi vida vuelve a ser el arenal de hueso
donde salí del libro, ay, sellado. ¿Y tú,
serás mi hija?
¿Y tú, serás mi patria que no terminaré de ver?
¿Dirás lo que dijiste aquella noche,
cuando la finca empezaba a ser el paraíso
entrando en el futuro de los naranjales,
bajo la risa de las estrellas?
Lo poco, ¿es ya el tesoro?
Lo poco que nos falta, ¿es ya lo inmenso?
Tanto tiempo expulsado de tu vientre
apenas pesa como un ave en el silencio.
Dame tu mano. Ayúdame a llegar.


Cintio Vitier, "A la poesía" (Testimonios, 1968), recitado por él mismo

22/2/12

La Plapla

María Elena Walsh




Felipito Tacatún estaba haciendo los deberes. Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas emes, orejudas eles y elegantísimas zetas.
De pronto, vio algo muy raro sobre el papel.
–¿Qué es esto?– se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía:
–¡Ay!
Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos, y ya van tres. Pegando la nariz al papel preguntó:
–¿Quién es usted, señorita?
Y la letra caminadora contestó:
–Soy una Plapla.
–¿Una Plapla? – preguntó Felipito asustadísimo –¿Qué es eso?
–¿No acabo de decirte? Una Plapla soy yo.
–Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
–Ahora ya lo sabes. Has escrito una Plapla.
–¿Y qué hago con la Plapla?
–Mirarla.
–Sí, la estoy mirando pero ¿y después?
–Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta.
Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a su maestra, gritando entusiasmado:
–¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco. Pero no.
Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones.
Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio.
Ese día nadie estudió.
Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primero inferior, se dedicaron a contemplar a la Plapla.
Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere.
Qué le vamos a hacer, así es la vida.
Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?

María Elena Walsh, La plapla, Espasa-Calpe, Bs As, 1996

Las imágenes han sido tomadas en su mayoría de la Web.

11/2/12

Siempre y Nunca contra A Veces

SCI Marcos





Había una vez dos veces. Una se llamaba Una Vez y la otra se llamaba Otra Vez.

Una y Otra Vez formaban la familia A Veces, que vivía y comía de vez en vez. Los grandes imperios dominantes eran Siempre y Nunca que, como es evidente, odiaban a muerte a la familia A Veces. Ni Siempre ni Nunca toleraban que los A Veces existieran. Siempre no podía permitir que Una Vez viviera en su reino porque entonces Siempre dejaba de serlo porque si ya hay una vez entonces ya no hay siempre. Nunca tampoco podía permitir que Otra Vez apareciera otra vez en su reino porque nunca no puede vivir con una vez ni menos si esa vez es otra vez. Pero Una Vez y Otra Vez se la pasaban molestando una y otra vez a Siempre y a Nunca. Y así fue hasta que Siempre las dejó en paz para siempre y Nunca nunca las volvió a molestar. Y Una Vez y Otra Vez se la pasaron jugando una y otra vez.

“¿Qué me ves?" preguntaba Una Vez, y Otra Vez contestaba: “¿Pues qué no ves?"

Y así se la pasan felices de vez en vez, ya ves. Y siempre fueron una y otra vez y nunca dejaron de ser A Veces. Tan, tan.

Moraleja 1: A veces es muy difícil distinguir entre una vez y otra vez.

Moraleja 2: Nunca hay que decir siempre (bueno, a veces sí).

Moraleja 3: Los “siempres” y los “nuncas” los imponen los de arriba, pero abajo aparecen “los molestos” una y otra vez que, a veces, es otra forma de decir “los diferentes” o de vez en vez, “los rebeldes”.

Moraleja 4: Nunca vuelvo a escribir un cuento como éste, y yo siempre cumplo lo que digo (bueno, a veces no).


Subcomandante Insurgente Marcos, en Los Otros Cuentos

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