29/10/10

Cuento fusilado

Este cuento fue fusilado varias veces. Lo fusilaron los milicos de la campaña al desierto. Lo fusilaron los milicos de la semana trágica. Lo fusilaron en los basurales de José León Suárez. Lo fusilaron muchas pero muchas veces en la Plaza de Mayo.

Este cuento fue fusilado por la espalda, también de frente. Lo fusilaron en los campos de Trelew. Lo fusilaron antes de tirarlo al Río de la Plata. Lo fusilaron con Darío, con Maxi, con Pocho, con Natalia, con el Oso… y ahora con Mariano.

Este cuento fue fusilado varias veces. Hace pocos días fue un innombrable el que lo fusiló. Un cómplice de los fusilamientos pasados. Un tipo de la patota de la muerte. Un contratado de los sindicatos del poder. Un reventado.

Este cuento Mariano, fue fusilado tan joven, tan combativo, tan solidario, tan laburante, tan estudiante, tan militante… que da rabia, da bronca, da pena. Hay golpes en la vida tan fuertes… diría un Vallejo con pena en los dos ojos. Y así estoy, escribiendo el cuento fusilado, absurdamente asesinado, mientras con los dos ojos llenos de pena trato de encontrar a Elsa, peleando con la vida en el hospital, fusilada por el mismo grupo de asesinos rentados por la maldita burocracia sindical.

Este cuento fue fusilado varias veces. Y todas las veces los agujeros duelen en nuestro cuerpo. Duelen cuando la bala entra en la piel, cuando nos desgarra. Duelen los agujeros cuando quienes los cuentan quieren sacar ventajas o amortiguar desventajas. Duelen cuando quienes nos ven desparramarnos, tratan de hacer análisis de nuestra sangre derramada, calculando cuántos glóbulos rojos, cuántos glóbulos celestes y blancos, cuántos glóbulos perdemos todas, todos, con el cuento fusilado.

Este cuento fue fusilado varias veces. El rostro de Mariano no me deja dormir. Espero que no les deje dormir a muchos y a muchas.

Espero que el rostro de Mariano, de pie junto su gente, apoyando, marchando, denunciando, nos siga mirando a los ojos como lo hace ahora.

Este cuento fusilado no entiende las razones que desabrigan a unos cuerpos. Este cuento pide que sepamos crisparnos ante cada injusticia en nuestro propio cuerpo, el masacrado, el de siempre, el del pueblo.

Este cuento fusilado pide que nuestras lágrimas no se sequen mañana para levantar murallas de lágrimas secas entre unas luchas y otras, entre unos caminos y otros.

Este cuento fue fusilado en los cruces de todos los caminos. Y aquí se queda.


Claudia Korol. Octubre 2010
Pañuelos en Rebeldía


Fte.: DerechoaleerOrg

19/10/10

La poesía de González Tuñón

Raúl González Tuñón convaleciente
Emisión del programa de radio TRAMAS (con temática en historia, arte, cultura, sociedad, ciencias, tecnologías, educación, medio ambiente, economía, movimientos sociales y medios masivos) en este caso dedicada a la poesía de Raúl González Tuñón, con la participación de María Gabriela Mizraje, quien es escritora, investigadora y profesora. Crítica literaria especializada en Literatura argentina, Filología clásica, Retórica, Semiología, Estudios de la Mujer y de Género. Profesora en múltiples universidades dentro y fuera del país. Narradora y poeta. Autora de Argentinas de Rosas a Perón, 1999; Mariquita Sánchez de Thompson, Intimidad y política (Diario, cartas y recuerdos), 2004. Se ha especializado en la obra de Raúl González Tuñón.

9/10/10

Griselda Gambaro en Frankfurt

Literatura, política y poder: discurso de apertura de Griselda Gambaro en La Feria del Libro, Frakfurt 2010

Quiero expresar en primer término mi alegría por asistir a esta Feria de tanto prestigio donde tengo el doble honor de pertenecer al país invitado y de usar la palabra en su ceremonia de apertura. Me congratulo también por la presencia de tan altas personalidades de la política, lo que señala, por otra parte, la especial atención concedida a esta Feria que entre las ferias del mundo ocupa un lugar de primacía.

La posibilidad de un discurso de apertura me abría inicialmente muchos caminos, entre ellos los referidos específicamente al libro, a los problemas de difusión y mercado, a las nuevas formas digitales que implican una manera distinta de escribir y leer, a la falta de una legislación exhaustiva en este campo.

Podría referirme a nuestra cultura aluvional y mestiza, cultura de apropiación que generó, después del casi exterminio de las culturas originarias, un producto autónomo cuya apreciación, en los países europeos, aún suele estar teñida de cierto prejuicio folklórico.

O bien detenerme en el impacto que la literatura de lengua alemana provocó en los escritores de mi generación que leímos muy tempranamente a Thomas Mann publicado por editores argentinos. Podría mencionar a Herman Hesse, cuya lectura devoraron los jóvenes de la época, y la traducción de los poetas, desde Holderlin a Trakl. Vínculos que siguieron con Heinrich Böll, Günther Grass, Christa Wolf, Peter Handke, pero que después no tuvieron la misma continuidad, sobre todo referida a escritores igualmente valiosos pero de menor renombre. Y en relación a los autores argentinos fueron pocos los traducidos a la lengua alemana, por lo que es una gran reparación el Programa Sur de traducciones para nuestra presencia en esta Feria.

Sin embargo, por preocupación personal y porque, en líneas generales, me parecen abarcativas en aspectos que nos conciernen, me gustaría detenerme en otras consideraciones más próximas a la literatura en su relación con la política y el poder.

Durante la dictadura militar, los escritores argentinos pagaron a costo de la vida y del exilio su empeño en el compromiso social, imbricado, de más está decirlo, con distintas formas de considerar la propia literatura.

Como todas las sociedades en épocas de riesgo, hemos tenido escritores para avergonzarnos pero muchos más para experimentar orgullo. Orgullo como lo han tenido en este país que nos hospeda por la actitud frente al nazismo de Thomas y Heinrich Mann, Heinrich Böll, Werfel, Adorno, Hannah Arendt…

Entre nosotros, los argentinos, fueron muchos los escritores que sacrificó la dictadura con la idea de que la supresión del cuerpo implica la supresión de la acción y la memoria. Ellos, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Miguel Ángel Bustos, Oesterheld y tantos otros han dejado su huella en el doble compromiso de la literatura y de la instancia social. Compromiso que en las condiciones más felices de la democracia prolongan autores como Andrés Rivera, Osvaldo Bayer o Juan Gelman, que en sus obras, sin violentar el origen ni el género, expresan implícita o explícitamente, la conciencia del mundo.

Esa conciencia tan avasallada hoy por los intereses económicos cuyo discurso de aparente razonabilidad, de ajustes implacables, las mayorías padecen pero no comprenden.

Literatura y poder tienen una relación más estrecha de lo que se cree, con vínculos que, aun en democracia, muchas veces han sido conflictivos.

Graham Greene decía que “debemos admitir que la verdad (del escritor) y la deslealtad son términos sinónimos”. Y agregaba que “el escritor estará siempre, en un momento o en otro, en conflicto con la autoridad, más o menos como el santo está generalmente en conflicto con la jerarquía de su iglesia”.

Y así debe ser por razones de sano distanciamiento en la preservación del espíritu crítico, de la disidencia como estado de alerta, si bien es preciso no confundir la disidencia – trabajo de pensamiento – con la estéril rutina del antagonismo sistemático.

A lo largo del tiempo, los escritores hemos lanzado señales sobre el trastorno de la condición humana, sobre la ferocidad de los procedimientos, sin que ninguno de los poderosos las leyera. Incluso muchos escritores creen actualmente que nuestra inoperancia frente al poder significa inoperancia de la literatura y muchos han renunciado en sus obras a alguna persecución de sentido a raíz del desencanto o en nombre de una subjetividad artística que los libera de todo compromiso.

Sin embargo, el mal del mundo nos contamina e incluso contamina los mejores ámbitos, aun los de esta Feria, y nuestra satisfacción siempre se verá turbada por esa intromisión irritante de la realidad. Mal del mundo que no consiste en fatalidades ineludibles sino en el resultado de un sistema que ni los economistas ni los políticos han logrado mejorar sustancialmente. Quizás en este punto se toquen políticos y escritores porque ambos no pueden escapar de sus responsabilidades, fundamentalmente éticas, en relación a la materia con la que trabajan: los pueblos y la política en un caso, la ficción lingüística, sea poética o narrativa, en otro. En unos, esa responsabilidad ética pasa por lo común a segundo término ante la complejidad de una acción que debe conciliar – globalizada – intereses y facciones de distinto cuño, muchas veces de naturaleza antagónica.

En los escritores, diría que la primera responsabilidad ética parte de esa “deslealtad” de la que hablaba Graham Greene y que consiste llanamente en la lealtad a la propia escritura.

Pero la escritura, sabemos, no es a-histórica ni se produce en el vacío.

Estamos ligados a nuestra época y no será el tema lo que nos ligará sino el tono, la manera, la elección de las palabras.

En la Argentina, hemos tenido estadistas, padres fundantes de la República, que han sido también grandes escritores, pero hoy las circunstancias de la modernidad son otras, y nuestro poder, el de los escritores, no se confunde ni se acerca tanto al poder del Estado, salvo en contadas áreas de la gestión cultural. Y hablo de nuestro poder porque eso tenemos cuando escribimos. Poder que no se compra, no se negocia. Por lo tanto, en un aspecto, poder muy frágil. Quien escribe, acomete una empresa que podría llamar imposible: fija el mundo en signos de ficción lingüística, aun relatando la mínima historia, el más breve poema, y al mismo tiempo, consciente de la realidad múltiple de ese mundo, intenta imponerle el producto de su poder frágil, la claridad inteligible de la escritura. Al desorden del mundo, la coherencia de un texto, al caos, la búsqueda de sentido o las interrogaciones sobre su falta.

Acometer la empresa parece imposible porque hay contendientes más desparejos que estos dos: el mundo – el poder del mundo – y la escritura.

Es lícito pensar que seremos vencidos. No por la mortalidad, por el desgaste que el tiempo inflinge a nuestras páginas. Digo vencidos ya, ahora.

Digo vencidos si pensamos en la disparidad de fuerzas, en lo inoperante que aparenta ser, ante una primera mirada, no sólo el acto solitario de escribir sino la literatura entera y todo el arte en general para modificar o influir sobre una alternativa de guerra o de violencia.

Sin embargo, persistimos. No porque desplacemos el asunto de la inoperancia sino porque lo desafiamos. Aun inconscientemente respondemos a un dictado que no se puede soslayar. En mi caso, sé que en el fondo de cada frase existe una voluntad que incluso pude desconocer mis propias intenciones: esa frase quiere oponerse a la injusticia del mundo, quiere organizarlo de otra manera con el poder frágil de la escritura.

Cuando escribo – y por lo tanto leo – puedo decirme que la inteligencia existe. Y que no es, obviamente, aquella que considera “procesos fascinantes” la creación de armas químicas o la invención a partir de una tecnología altamente sofisticada de aparatos destructivos. Que esa otra inteligencia existe y está ahí, en la página. Que el impulso creativo de la vida empieza en esa página, en la fuerza afirmativa de inventar y contagiar el deseo, que la lucidez existe y está ahí, y que mi pretensión, por más soberbia o desmedida que parezca, opone la inteligencia del juicio, del sentimiento y la imaginación a la locura en el mundo. Locura, por traer un ejemplo, que en el último agosto, a raíz de un incidente fronterizo en Medio Oriente, produjo cuatro víctimas por el corte de un árbol.

La literatura, aparte de significar muchas otras cosas, también es esto: la detención de la mirada sobre el árbol que crece y quiere vivir, el árbol cortado y la muerte. Hablar – escribir, leer – sobre la ausencia de cordura, aunque el azar de nuestra seguridad aparente protegernos.

Porque la literatura imagina, porque los hombres y mujeres son capaces de imaginar, también los políticos podrían imaginar audazmente. Atreverse, como aquellos grandes escritores que inventaron la realidad del poema o la novela, a imaginar otra realidad posible que no sea ésta, la de los incesantes conflictos. Si bien algunos gobernantes, sobre todo en América Latina, trabajan con propuestas más equitativas, no basta imaginar con límites sin forzar las circunstancias. Los cambios son siempre lentos mientras los sufrimientos inmediatos. Por ese sufrimiento colectivo – de guerras, de desempleo, de exclusiones del sistema – los políticos podrían, como los grandes escritores, reinventar el discurso, proyectar nuevas reglas e imaginar otras realidades posibles. Concretar, como quien escribe un buen libro – que deparará conocimiento y emoción – un equilibrio más justo en nuestras sociedades. Y en esta hipótesis ingenua y esperanzadora, ese libro, escrito paradójicamente sin palabras y con hechos, sería el de mayores lecturas, el de mejor exposición, el que concite, sin exclusiones, multitudes más felices en todas las ferias del libro, desde las modestas que se organizan en nuestro lejano Jujuy, próximo a la Puna, hasta esta magnífica Feria de Frankfurt que hoy inauguramos.

Feria del Libro de Frankfurt 2010
5 de octubre de 2010
Fte.del texto: LavacaOrg

6/10/10

Semblanza de Juana de Ibarbourou

Semblanza sobre la vida de la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou, producido por el Departamento de Tecnología Educativa, Uruguay.


Este video es parte de la colleccion: Community Video

2/10/10

Jaime Dávalos - Canto al sueño americano

Dedicado aquí a los caídos defendiendo la democracia en Ecuador.



Canto al sueño americano

Despierta, juventud americana:
realiza la unidad continental;
rompiendo las fronteras provincianas,
herencia del sistema colonial.

Adelante, amanece sobre el mundo
y en la conciencia de la humanidad:
huésped de este planeta vagabundo,
que Dios tan sólo sabe adónde va.

Canta y que el aire americano
vibre en el yunque de un solo corazón.
El día en que los pueblos sean libres,
la política será una canción.

Antes que el sol deslumbre tu ventana
el lucero te ofrecerá una flor,
sobre la frente azul de la mañana
lumbrera religiosa del amor.

En marcha, juventud como la espiga,
agrario símbolo de solidaridad;
no olvides que la sangre nos religa
a los que mueren por la libertad.

Canta y que el aire americano
vibre en el yunque de un solo corazón.
El día en que los pueblos sean libres,
la política será una canción.

Jaime Dávalos
(Música de Eduardo Falú)

Audio: Eduardo Falú, cd Por la Huella del Canto, 1996
Imagen: composición ad hoc

Sobre Jaime Dávalos en Wikipedia.
Algo más sobre Jaime Dávalos.

23/9/10

Humberto Constantini - Gardel

Gardel y Constantini por Parpa


Gardel

Para mí, lo inventamos.
Seguramente fue una tarde de domingo,
con mate,
        con recuerdos,
                con tristeza,
con bailables bajito, en la radio,
después de los partidos.

Seguramente nos dolía una foto en la pared,
algún no tengo ganas,
algún libro.

Yo creo que andaríamos así,
sonsos de aburrimiento,
solitariando viejos para qués,
sin mujer o sin plata,
y desabridos.

Seguramente nos sentimos de golpe
terriblemente solos,
muy huérfanos, muy niños.
Tal vez tocamos fondo.
Tal vez alguien pensó en el amasijo.

Entonces, qué sé yo,
nos pasó algo rarísimo.
Nos vino como un ángel desde adentro,
nos pusimos proféticos,
nos despertamos bíblicos.
Miramos hacia las telarañas del techo,
nos dijimos:
“Hagamos pues un Dios a semejanza
de lo que quisimos ser y no pudimos.
Démosle lo mejor,
lo más sueño y lo más pájaro
de nosotros mismos.
Inventémosle un nombre, una sonrisa,
una voz que perdure por los siglos,
un plantarse en el mundo, lindo, fácil,
como pasándole ases al destino”.
Y claro, lo deseamos
y vino.
Y nos salió morocho, glorioso, engominado,
eterno como un Dios o como un disco.
Se entreabrieron los cielos de costado
y su voz nos cantaba:
mi Buenos Aires querido...

Eran como las seis,
esa hora en que empiezan los bailables
y ya acabaron todos los partidos.

Humberto Constantini
Cuentista, novelista y autor teatral, participó desde joven en revistas de tono polémico. Entre 1963 y 1975 publicó "Un señor alto, rubio, de bigotes", "Tres monólogos", "Más cuestiones con la vida", "Una vieja historia de caminantes", "Háblenme de Funes", "Los héroes de Trelew", y "Bandeo". En 1976 se exilia en México.
Regresa al país en enero de 1984. Su novela "De dioses, hombrecitos y policías" (Premio Casa de las Américas 1979), fue traducida al inglés, alemán, hebreo y búlgaro. Dejó inconclusa su novela "Rapsodia de Raquel Liberman". Falleció el 7 de junio de 1987.


Audio: recitado por el actor Arturo Bonin, tomado del programa radial El Desconcierto del Domingo, de Quique Pesoa.
Imagen: Caricaturas del autor y de Carlos Gardel por el caricaturista Diego Parpaglione (ParpaBlogspotCom).

20/9/10

José María Arguedas - Sobre el folclore





Audio: Jose María Arguedas, voz en vivo habla sobre la importancia en el folclore en conferencia (Open Source Audio)
Imagen: Ilustración del autor (caricatura en acuarela) del caricaturista arequipeño Omar Zevallos (OmarzevallosBlogspotCom).

Sobre J. M. Arguedas en Wikipedia.
Algo más sobre José María Arguedas.

13/9/10

Leonel Rugama - El libro de la historia del Che






El libro de la historia del CHE
hijo de Augusto
hijo de Lautaro:
“lnche Lautaro
apubim ta pu huican”
(Yo soy Lautaro que acabó con los españoles)
casado con Guaconda
y hermano a su vez de Caupolicán (el flechador del cielo)
y de Colocolo
engendró a Oropello;
Oropello engendró a Lecolón,
y a sus hermanos;
Lecolón engendró a Cayeguano;
Cayeguano engendró a Talco ;
Talco engendró a Rengo;
Rengo engendró a Tupac-amaru;
Tupac-amaru engendró a Tupac-yupanqui;
Tupac-yupanqui engendró a Tucapel;
Tucapel engendró a Urraca de Panamá;
Urraca engendró a Diriangén de Nicaragua
y este se suicidó
en las faldas del volcán Casitas
para nunca ser capturado.
Diriangen engendró a Adiact
y este fue colgado
en un palo de tamarindo que está en Subtiava
"Aquí murió el último jefe indio"
y la gente de todas partes lo llega a ver como gran cosa
Adiact engendró a Xochitl Acatl (Flor de la caña)
Xochitl Acatl engendró a Guegue Miquistl (perro viejo),
Guegue Miquistl engendró a Lempira;
Lempira engendró a Tecun-Uman;
Tecun-Uman engendró a Moctezuma Iluitamina;
Moctezuma Iluicamina engendró a Moctezuma Zocoyotlzin;
Moctezuma Zocoyotlzin engendró a Cuauhtemoc;
Cuauhtemoc engendró a Cuauhtemotzin
y este fue ahorcado por los hombres de Cortes
y dijo:
"Así he sabido
lo que significa confiar
en vuestras falsas promesas
¡oh malinche! (Cortés)
yo supe desde ese momento
en que no me di muerte
por mi propia mano
cuando entrásteis a mi ciudad
de Tenochtitlán
que me tenías reservado ese destino".
Cuauhtemotzin engendró a Quaupopoca;
Quaupopoca engendró a Tlacopán;
Tlacopán engendró a Huascar;
Huascar engendró a Jerónimo;
Jerónimo engendró a Pluma Gris;
Pluma Gris engendró a Caballo Loco;
Caballo Loco engendró a Toro Sentado;
Toro Sentado engendró a Bolivar;
Bolivar engendró a Sucre;
Sucre engendró a José de San Martín;
José de San Martín engendró a José Dolores Estrada;
José Dolores Estrada engendró a José Martí;
José Martí engendró a Joaquín Murrieta;
Joaquín Murrieta engendró a Javier Mina;
Javier Mina engendró a Emiliano Zapata;
Emiliano Zapata engendró a Guerrero;
Guerrero engendró a Ortiz;
Ortiz engendró a Sandino
Augusto César Sandino
hermano de Juan Gregorio Colindres
y de Miguel Angel Octez
y de Juan Umanzor
y de Francisco Estrada
y de Sócrates Sandino
y de Ramón Raudales
y de Rufo Marín
y cuando hablaba decía:
"Nuestra causa triunfará
porque es la causa de la justicia
porque es la causa del amor"
y otras veces decía:
"Yo me haré morir
con los pocos que me acompañan
porque es preferible
hacernos morir como rebeldes
y no vivir como esclavos".
Sandino engendró a Bayo;
el esposo de Adelita
del cual nació el "CHE"
que se llama Ernesto.
leonel rugama
gozó de la tierra prometida
en el mes más crudo de la siembra
sin más alternativa que la lucha.

Leonel Rugama (1949-1970), La Poesía de Nicaragua
Audio: recitado por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (tomado del programa radial Espejos todavía, FM La Tribu, Bs. As., Argentina)
Imagen: del Códice de Dresden.

Eduardo Galeano sobre Leonel Rugama
Sobre Leonel Rugama en Wikipedia.
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2/9/10

Oliverio Girondo - Llorar a lágrima viva



Llorar a lágrima viva

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo, de Espantapájaros (1932)
Audio: leído por el actor Darío Grandinetti en el film El lado oscuro del corazón.

Sobre el autor en Wikipedia.

22/8/10

Pablo Neruda - Paz para los crepúsculos que vienen



PAZ para los crepúsculos que vienen,
paz para el puente, paz para el vino,
paz para las letras que me buscan
y que en mi sangre suben enredando
el viejo canto con tierra y amores,
paz para la ciudad en la mañana
cuando despierta el pan, paz para el río
Mississippi, río de las raíces:
paz para la camisa de mi hermano,
paz en el libro como un sello de aire,
paz para el gran koljós de Kíev,
paz para las cenizas de estos muertos
y de estos otros muertos, paz para el hierro
negro de Brooklyn, paz para el cartero
de casa en casa como el dia,
paz para el coreógrafo que grita
con un embudo a las enredaderas,
paz para mi mano derecha,
que sólo quiere escribir Rosario:
paz para el boliviano secreto
como una piedra de estaño, paz
para que tú te cases, paz para todos
los aserraderos de Bío Bío,
paz para el corazón desgarrado
de España guerrillera:
paz para el pequeño Museo de Wyoming
en donde lo más dulce
es una almohada con un corazón bordado,
paz para el panadero y sus amores
y paz para la harina: paz
para todo el trigo que debe nacer,
para todo el amor que buscará follaje,
paz para todos los que viven: paz
para todas las tierras y las aguas.

Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.

Pablo Neruda, del Canto General. IX. Que despierte el leñador. (1950)
Imagen: Ilustración de Diego Rivera en la portada interior del libro.

Micro radial producido por Radio Educación del Mayab, México, sept. 2009
Fte.: RadiotecaNet

20/8/10

Juceca - Música dulce



Cuento del autor uruguayo Julio César Castro, en sus cuentos de Don Verídico (La vuelta de Don Verídico, Julio César Castro (JUCECA). Ed. Arca, Montevideo, 1989), en la voz de la narradora oral Norma Alves.



Fte.: RadiotecaNet

1/8/10

Armando Tejada Gomez - La vida dos veces




La vida dos veces


Miren cómo sonaba allá en mi barrio agreste
este nombre caído en los mares lejanos:
Toddy Deussán. Un chico alimentado a lirios.
Una flor de su madre que soñaba otra vida.
Supe que no quería que jugará conmigo
porque yo era la forma del pánico y el hambre
y la más descarada miseria por el mundo.
Pero Toddy, esa gracia hecha de mimbre y aire,
vivía hipnotizado por mi gran aventura.
Cuando huía del ojo celoso de su madre
se acercaba a mi sombra con cierto desenfado,
me mostraba sonriendo sus ignotos tesoros
y me buscaba el lado más pájaro del alma.

El descubrió en mis ojos cierto país del sueño
donde se desnudaba un ángel con harapos,
algunos yacimientos de enterrada inocencia
y un gran rompecabezas de ternura en mis manos.

Un día, ya vencidos por nuestra resistencia,
los padres me dejaron entrar en el santuario,
nos sirvieron un río de leche y mediaslunas
y yo los deslumbré dibujando caballos.

Después, siguió la vida, como siempre sucede,
volvió el viento de agosto y crecieron los árboles;
sus padres, que tenían el sueño de otra vida,
una tarde ceniza se mudaron de barrio.

Yo olvidé al canillita en un cruce de esquinas,
entré al jornal violento del vino y los obrajes.
vestí los portentosos pantalones del viento
y descubrí mi oficio de fábula y guitarra.

Toddy, se llama Alfredo Deussán, vive en Mendoza,
casó con otro mimbre hace muchos veranos,
seguramente tiene un puñado de niños
y es una pajarera su comedor de diario.

Acaso, un año de éstos, cuando vuelva al oeste,
llame a su puerta clara y despierte sus pájaros,
sólo porque un amigo es la vida dos veces
y desde aquella tarde no dibujo caballos.

Armando Tejada Gómez, en Luz de Entonces, 1963

Audio: el mismo autor.
Imagen: fotografía de Pedro Luis Raota "Al final de la lucha", (Argentina, 1976)

24/5/10

Atahualpa Yupanqui - Los indios




América es el largo camino de los indios.
Ellos son estas cumbres y aquel valle
y esos montes callados perdidos en la niebla
y aquel maizal dorado.
Y el hueco entre las piedras, y la piedra desierta.
Desde todos los sitios nos están contemplando los indios.

Desde todas las altas cumbres nos vigilan.
Ha engordado la tierra con la carne del indio.
Su sombra es centinela de la noche de América.
Los cóndores conocen conocen el silencio del indio.
Y su grito quebrado duerme allá en los abismos.

Dondequiera que vamos está presente el indio.
Lo respiramos. Lo presentimos andando sus comarcas.
Quechua, aymara, tehuelche, guarán o mocoví.
Chiriguano o charrúa, chibcha, mataco o pampa.
Ranquel, arauco, patagón, diaguita o calchaquí.
Omahuaca, atacama, tonocotés o toba.

Desde todos los sitios nos están contemplando los indios.
Porque América es eso : un largo camino
de indianidad sagrada.
Entre la gran llanura, la selva y la piedra alta.
Y bajo la eternidad de las constelaciones.
Sí. América es el largo camino de los indios.
Y desde todos los sitios nos están contemplando.

A.Y. (1970)

19/4/10

Silvio Rodriguez - Playa Girón


Compañeros poetas,
tomando en cuenta
los últimos sucesos
en la poesía,
quisiera preguntar
—me urge—,
¿qué tipo de adjetivos
se deben usar para hacer
el poema de un barco
sin que se haga sentimental,
fuera de la vanguardia
o evidente panfleto,
si debo usar palabras
como Flota Cubana de Pesca
y «Playa Girón»?
Compañeros de música,
tomando en cuenta
esas politonales
y audaces canciones,
quisiera preguntar
—me urge—,
¿qué tipo de armonía
se debe usar para hacer
la canción de este barco
con hombres de poca niñez,
hombres y solamente
hombres sobre cubierta,
hombres negros y rojos
y azules los hombres que pueblan
el «Playa Girón»?
Compañeros de historia,
tomando en cuenta
lo implacable
que debe ser la verdad,
quisiera preguntar
—me urge tanto—,
¿qué debiera decir,
qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida,
¿qué hacer?
¿Hasta dónde debemos
practicar las verdades?
¿Hasta dónde sabemos?
Que escriban, pues, la historia,
su historia los hombres
del «Playa Girón».
Silvio Rodríguez, Canciones del Mar
Foto tomada de: El Tamascal (FotocommunityEs)

27/3/10

Rodolfo Walsh - Esa mujer



Cuento leído por el autor | Fte. audio: FopeaOrg | Img: BdpOrgAr

22/2/10

Pedro Mir - Hay un pais...

... en el mundo.


J. Cáceres


Poema leído por el autor | Fte. audio: EscritoresdominicanosCom
Imágenes: Paisajes al óleo de Joseline Cáceres.


21/2/10

Cesar Vallejo - Traspie...

... entre dos estrellas.




¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!

Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen
y suben por su muerte de hora en hora
y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.

¡Ay de tánto! ¡ay de tan poco! ¡ay de ellas!
¡Ay en mi cuarto, oyéndolas con lentes!
¡Ay en mi tórax, cuando compran trajes!
¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!

¡Amadas sean las orejas sánchez,
amadas las personas que se sientan,
amado el desconocido y su señora,
el prójimo con mangas, cuello y ojos!

¡Amado sea aquel que tiene chinches,
el que lleva zapato roto bajo la lluvia,
el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,
el que se coge un dedo en una puerta,
el que no tiene cumpleaños,
el que perdió su sombra en un incendio,
el animal, el que parece un loro,
el que parece un hombre, el pobre rico,
el puro miserable, el pobre pobre!

¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!

¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,
el que suda de pena o de vergüenza,
aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,
el que paga con lo que le falta,
el que duerme de espaldas,
el que ya no recuerda su niñez; amado sea
el calvo sin sombrero,
el justo sin espinas,
el ladrón sin rosas,
el que lleva reloj y ha visto a Dios,
el que tiene un honor y no fallece!

¡Amado sea el niño, que cae y aún llora
y el hombre que ha caído y ya no llora!

¡Ay de tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!

César Vallejo, Traspié entre dos estrellas, en Poemas Humanos, 1938

Poema leído por: Pedro Granados | Fte. audio: Audios PUCP
Imagen: "Llanto", de Oswaldo Guayasamin.



15/2/10

Nicomedes Santa Cruz - Arquitectos (decimas)

Arquitectos mayas e incas

Leer poema...

Acerca de Nicomedes Santa Cruz en la Wikipedia
Audio de Entrevista al poeta a raíz del Premio España a "Los mojoraneros panameños", de la serie "Juglares de Nuestra América" emitida por Radio Exterior de España.


Fte. del audio: Nicomedes Santa Cruz en Argentina (Philips, 1973)

14/2/10

César Vallejo - España...

... aparta de mí este cáliz.


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Acerca de César Vallejo...


Poema leído por: Segundo Vara.
Música: Si me quieres escribir (Anónimo popular, España)

29/1/10

A imagen y semejanza


W. Hollar, detalle de The fly and the ant (Wikipedia)
Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón. Retrocedió, después se detuvo. Tomando sus patas traseras como casi punto fijo de apoyo, dio una vuelta alrededor de sí misma en el sentido de las agujas de un reloj. Sólo entonces se acercó de nuevo. Las patas delanteras se estiraron, en un primer intento de alzar el azúcar, pero fracasaron. Sin embargo, el rápido movimiento hizo que el terrón quedara mejor situado para la operación de carga. Esta vez la hormiga acometió lateralmente su objetivo, alzó el terrón y lo sostuvo sobre su cabeza. Por un instante pareció vacilar, luego reinició el viaje, con un andar bastante más lento que el que traía. Sus compañeras ya estaban lejos, fuera del papel, cerca del zócalo. La hormiga se detuvo, exactamente en el punto en que la superficie por la que marchaba, cambiaba de color. Las seis patas hollaron una N mayúscula y oscura. Después de una momentánea detención, terminó por atravesarla. Ahora la superficie era otra vez clara. De pronto el terrón resbaló sobre el papel, partiéndose en dos. La hormiga hizo entonces un recorrido que incluyó una detenida inspección de ambas porciones, y eligió la mayor. Cargó con ella, y avanzó. En la ruta, hasta ese instante libre, apareció una colilla aplastada. La bordeó lentamente, y cuando reapareció al otro lado del pucho, la superficie se había vuelto nuevamente oscura porque en ese instante el tránsito de la hormiga tenía lugar sobre una A. Hubo una leve corriente de aire, como si alguien hubiera soplado. Hormiga y carga rodaron. Ahora el terrón se desarmó por completo. La hormiga cayó sobre sus patas y emprendió una enloquecida carrerita en círculo. Luego pareció tranquilizarse. Fue hacia uno de los granos de azúcar que antes había formado parte del medio terrón, pero no lo cargó. Cuando reinició su marcha no había perdido la ruta. Pasó rápidamente sobre una D oscura, y al reingresar en la zona clara, otro obstáculo la detuvo. Era un trocito de algo, un palito acaso tres veces más grande que ella misma. Retrocedió, avanzó, tanteó el palito, se quedó inmóvil durante unos segundos. Luego empezó la tarea de carga. Dos veces se resbaló el palito, pero al final quedó bien afirmado, como una suerte de mástil inclinado. Al pasar sobre el área de la segunda A oscura, el andar de la hormiga era casi triunfal. Sin embargo, no había avanzado dos centímetros por la superficie clara del papel, cuando algo o alguien movió aquella hoja y la hormiga rodó, más o menos replegada sobre sí misma. Sólo pudo reincorporarse cuando llegó a la madera del piso. A cinco centímetros estaba el palito. La hormiga avanzó hasta él, esta vez con parsimonia, como midiendo cada séxtuple paso. Así y todo, llegó hasta su objetivo, pero cuando estiraba las patas delanteras, de nuevo corrió el aire y el palito rodó hasta detenerse diez centímetros más allá, semicaído en una de las rendijas que separaban los tablones del piso. Uno de los extremos, sin embargo, emergía hacia arriba. Para la hormiga, semejante posición representó en cierto modo una facilidad, ya que pudo hacer un rodeo a fin de intentar la operación desde un ángulo más favorable. Al cabo de medio minuto, la faena estaba cumplida. La carga, otra vez alzada, estaba ahora en una posición más cercana a la estricta horizontalidad. La hormiga reinició la marcha, sin desviarse jamás de su ruta hacia el zócalo. Las otras hormigas, con sus respectivos víveres, habían desaparecido por algún invisible agujero. Sobre la madera, la hormiga avanzaba más lentamente que sobre el papel. Un nudo, bastante rugoso de la tabla, significó una demora de más de un minuto. El palito estuvo a punto de caer, pero un particular vaivén del cuerpo de la hormiga aseguró su estabilidad. Dos centímetros más y un golpe resonó. Un golpe aparentemente dado sobre el piso. Al igual que las otras, esa tabla vibró y la hormiga dio un saltito involuntario, en el curso del cual, perdió su carga. El palito quedó atravesado en el tablón contiguo. El trabajo siguiente fue cruzar la hendidura, que en ese punto era bastante profunda. La hormiga se acercó al borde, hizo un leve avance erizado de alertas, pero aún así se precipitó en aquel abismo de centímetro y medio. Le llevó varios segundos rehacerse, escalar el lado opuesto de la hendidura y reaparecer en la superficie del siguiente tablón. Ahí estaba el palito. La hormiga estuvo un rato junto a él, sin otro movimiento que un intermitente temblor en las patas delanteras. Después llevó a cabo su quinta operación de carga. El palito quedó horizontal, aunque algo oblicuo con respecto al cuerpo de la hormiga. Esta hizo un movimiento brusco y entonces la carga quedó mejor acomodada. A medio metro estaba el zócalo. La hormiga avanzó en la antigua dirección, que en ese espacio casualmente se correspondía con la veta. Ahora el paso era rápido, y el palito no parecía correr el menor riesgo de derrumbe. A dos centímetros de su meta, la hormiga se detuvo, de nuevo alertada. Entonces, de lo alto apareció un pulgar, un ancho dedo humano y concienzudamente aplastó carga y hormiga.

Mario Benedetti, A imagen y semejanza, en La muerte y otras sorpresas (1968)

24/1/10

Gioconda Belli - Y Dios me hizo mujer

Ixchel (Mayab)

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.
Con curvas y pliegues y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños, el instinto.
Todo lo creó suavemente
martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo por ello mi sexo.

Gioconda Belli, Breviario del deseo: Poesía erótica escrita por mujeres, Nicaragua.

Fte. Radialistas.net, Quito, Ecuador | Jul 08

10/1/10

J L Borges - Del rigor de la ciencia



En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

Jorge Luis Borges, Del rigor de la ciencia

Fte.: LPC en la biblioteca (LapetiteclaudineCom)
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